jueves, 7 de mayo de 2009



Estoy convencida que la soledad se siente en el hueco del estómago. Se palpa en los asientos vacíos, se oye en el silencio inmutable de una casa desierta, también. Pero principalmente en el estómago; O un poco más arriba quizás. Hay quienes creen que 'en el pecho, cerca de la garganta, ahí debe estar el alma, hecha un ovillo'. Puede que tenga razón, que la soledad sea entonces, un atributo del alma. La soledad. Quizás una palabra, pero encierra tanto. desesperación, sosiego, tristeza (o no, depende, aunque yo creo firmemente que la soledad es tristeza) . La soledad obliga a estar siempre en estado de alerta, a desacostumbrarse del contacto humano, a no saber cómo reaccionar. Soledad traicionera, es un vicio. Porque al principio nos gusta, la paz que se siente al escucharse uno mismo. El poder conversarse y hablarse y reflexionarse. Pero, ¿qué pasa cuando uno se cansa de la soledad? Reconoce que todo lo bueno que tenía era puro espejismo. Da bronca, frustración. Ahí cuando nos golpea en el hueco del estómago, ahí cuando se transforma en un estado del alma, ahí reaccionamos. Pero ella se mantiene firme en nosotros. Y ahí, ahí se cae en la cuenta: No hay forma de salir.

· Te estoy esperando, en cualquier esquina, en cualquier puerto, escrito o no con tu nombre y el mío. Espero. Despacio, sin prisa, espero. Sentada o parada, da lo mismo. Yo espero.




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